La Asociación Olímpica Británica emitió un comunicado que, pasando desapercibido fuera del mundo anglosajón, tiene una gran relevancia: a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 acudirá una selección de fútbol compuesta por jugadores de todo el Reino Unido. Es decir, veremos a escoceses, galeses, norirlandeses e ingleses bajo la misma bandera, la Union Jack, compartiendo camiseta y anhelo por el oro olímpico.
Eso que parece tan normal, que los jugadores de un país conformen una única selección, no lo es en el caso británico. La peculiaridad estriba en que las federaciones británicas tienen el estatus de fundadoras, manteniendo su representación independiente en FIFA y con votos especiales en la International Board, organismo que regula las normas del juego. Estas federaciones están representadas por sus propias selecciones en competiciones organizadas por UEFA y FIFA... pero no en el caso de los Juegos Olímpicos.
La búsqueda de las preseas es patrimonio exclusivo de estados representados por sus comités olímpicos, por lo que las selecciones británicas sólo pueden competir bajo una única bandera, la del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, ya que es la Asociación Olímpica Británica la tenedora de los derechos de representación. Unido... Union... deporte de equipo... pues ya tenemos la falta de sentido común reclamando su protagonismo en el centro del escenario: las federaciones de Escocia, Gales e Irlanda del Norte se han manifestado abiertamente en contra de la participación de sus jugadores en el combinado del Reino Unido.
Y no, no lo hacen en representación de sus jugadores, sino en virtud de una protección de «la identidad nacional de cada asociación», anteponiendo intereses políticos y anacrónicos al libre albedrío de ciudadanos británicos que participarían defendiendo la camiseta de la selección de su país, como ya se han postulado Aaron Ramsey, David Weir, Gregg Wylde, Kyle Hutton y Adam Matthews.
Estas cosas sólo pueden pasar en el Reino Unido. O no.
Eso que parece tan normal, que los jugadores de un país conformen una única selección, no lo es en el caso británico. La peculiaridad estriba en que las federaciones británicas tienen el estatus de fundadoras, manteniendo su representación independiente en FIFA y con votos especiales en la International Board, organismo que regula las normas del juego. Estas federaciones están representadas por sus propias selecciones en competiciones organizadas por UEFA y FIFA... pero no en el caso de los Juegos Olímpicos.
La búsqueda de las preseas es patrimonio exclusivo de estados representados por sus comités olímpicos, por lo que las selecciones británicas sólo pueden competir bajo una única bandera, la del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, ya que es la Asociación Olímpica Británica la tenedora de los derechos de representación. Unido... Union... deporte de equipo... pues ya tenemos la falta de sentido común reclamando su protagonismo en el centro del escenario: las federaciones de Escocia, Gales e Irlanda del Norte se han manifestado abiertamente en contra de la participación de sus jugadores en el combinado del Reino Unido.
Y no, no lo hacen en representación de sus jugadores, sino en virtud de una protección de «la identidad nacional de cada asociación», anteponiendo intereses políticos y anacrónicos al libre albedrío de ciudadanos británicos que participarían defendiendo la camiseta de la selección de su país, como ya se han postulado Aaron Ramsey, David Weir, Gregg Wylde, Kyle Hutton y Adam Matthews.
Estas cosas sólo pueden pasar en el Reino Unido. O no.