jueves, 20 de mayo de 2010

Juego: ejercicio recreativo sometido a reglas

¿Qué es exactamente un juego? Si nos atenemos a la definición de la RAE, juego es "ejercicio recreativo sometido a reglas, y en el cual se gana o se pierde". Está claro que hay gente que no lo entiende, lo malo es que muchos son profesionales.

Cuando aplaudimos la picaresca, estamos aplaudiendo que no se respeten las leyes, y es todo un tópico el famoso: "si pudieras atracar un banco y supieras que no iba a pasarte nada, ¿lo harías?". Pues a esa gente que da por sentado un sí, le recomendaría unas jornadas de retiro espiritual para replantearse su existencia.

¿Eso es el otro fútbol? No, eso no es fútbol porque eso contraviene las normas, y si las normas no se respetan, ya no hay juego. Lo que sí es, es una justificación de las trampas, del ventajismo, del conseguir una ventaja injusta a costa de otro del que, encima, dicen "que esté más listo".

Y ¿a qué viene esto? Básicamente, a ver cómo una vez más se han dado engaños -en este caso, en la Copa del Rey- y que no se esté señalando a los tramposos. Hace unas temporadas, en Huelva montaron un escándalo por un gol con la mano del Kun, y lo hicieron con razón: el gol no debería haber subido al marcador y, si no se pudo apreciar en vivo, deberían haberse tomado medidas disciplinarias de oficio. Esto sí se hizo en un partido de Champions con Raúl, y si entonces era correcto, también lo hubiese sido en el caso de Agüero. Como deberían revisarse algunas acciones de la Final, en especial el teatro de Diego Capel, jugador que debería estar en tratamiento por osteogénesis imperfecta, porque cada vez que le miran, parece que le hubiesen pegado un tiro.

No es que los reglamentos y comités en España ayuden demasiado, véase el caso de Alvaro Negredo, que manifestó su deseo de aliviarse sobre la progenitora de un árbitro asistente, de la que además dijo dedicarse a la profesión más antigua del mundo... en román paladino, "me cago en tu puta madre" (sic), algo que para el Comité de Competición no pasa de ser un menosprecio, porque hay que entender que era el último partido de liga y claro... por cierto, cuando se encaró con Domínguez, volvió a recurrir a esa frase que tanto parece gustarle.

Desde luego, los ingleses también nos llevan ventaja en esto: roja directa supone un mínimo de tres partidos de sanción. Tienes derecho a recurrir, pero si lo haces sin fundamento, te arriesgas a que te castiguen con un partido extra. No se trata tanto de la diferencia en las sanciones sino la forma en que se aplican las reglas, se responsabiliza a los jugadores de sus actos, mientras que en nuestra liga se disculpan y justifican acciones antideportivas, violaciones flagrantes de las normas, ni siquiera interpretables, sino cristalinas.

Sí, también en Inglaterra hay gente que intenta el engaño, como hizo Gerrard frente al Atleti en la Champions 08-09, pero se le afea la conducta. Sin ir más lejos, en la semifinal de Champions, el Barça era preferido por los anglosajones por su juego vistoso -y porque The Special One estaba en el banquillo del Inter-, y hay que decir era, porque a raíz de la acción de Busquets exagerando el contacto de Motta, surgió un deseo justiciero en el que los culés perdieron todas las simpatías.



Depende de los árbitros acertar o no en las decisiones, pero entendamos que su tarea se vuelve especialmente complicada si los jugadores se dedican al arte dramatico o a los triles. Si les gusta un juego de engaños, jueguen al mus, pero dejen al balompié en paz...

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