jueves, 4 de agosto de 2011

Alí Babá y los 40 representantes

Agosto de 1988. Jesús Gil aprovecha el Trofeo Carranza para hacerse con los servicios de Paulo Roberto y Bernardo, defensas del Vasco da Gama, pero contra todo pronóstico cambia de objetivo y cierra el fichaje de un mediocentro defensivo al que la prensa pone en duda pero que viene con el aval de Baltazar, el ariete rojiblanco: «no se equivoque presi, el bueno es éste». Y así llegó Donato Gama da Silva, bajo sospecha, pero que se mostró como uno de los más rentables de Gil.

Esta breve anécdota de paleobalompié (23 años ya son años) ilustra cómo se puede escuchar la voz adecuada a la hora de fichar. Hoy, por contra, tenemos abundancia de lo contrario, porque hoy es la era del esplendor de los representantes-intermediarios-agentes, la era de García Quilón, de Jorge Mendes, de Ernesto Bronzetti... de los que se han hecho dueños del fútbol y lo parasitan en connivencia con directivos no muy recomendables.

Como muestra, un botón: el moroso Zaragoza, el que es incapaz de hacer frente a pagos acordados con otros clubes de nuestra Liga y que es líder en deudas, no sólo no desciende de categoría sino que disfrutará de los servicios de Roberto, ex-arquero del Atlético de Madrid y del Benfica, gracias a la intervención de un fondo de inversión que se hace con los derechos del jugador mientras que los maños apenas aportan por adquirir sus derechos federativos. No, no es que se haya producido un ataque de generosidad de un grupo especulador (mal llamado inversor) sino que imponen un jugador para que se revalorice y poder traspasarlo en el momento en que ese grupo decida y por el precio que decida.

No suena muy bien, pero hay que volver a un pasado -algo más inmediato- para ilustrarnos con un caso similar: Carlos Tévez, Javier Mascherano y el West Ham. Ambos jugadores pertenecían a Media Sport Investment, grupo interesado en adquirir a los Hammers, pero como no se reflejó claramente que la propiedad no era del club de Londres, el caso llevó a la multa más elevada jamás impuesta a un club de fútbol: 8 millones de euros.

La principal razón que lleva a aplaudir esta sanción es que los intereses de un grupo inversor no tienen por qué coincidir con los del club, y no hablo de intereses legítimos (un traspaso más elevado) sino no-tan-cristalinos. Y es que la propiedad de terceras personas ha sido vetada en el fútbol inglés mientras que está permitida en sitios como Portugal, Turquía y España, países que tienen en común escándalos de amaños de partidos. Bueno, no, España no, porque en España nunca pasa nada.

2 comentarios:

  1. Mario ex-Liverpool4 de agosto de 2011, 4:25

    Fondos de inversión en el futbol ¡¡¡¡¡¡¡¡
    Vamos a tener que poner un cartel como en los bares "He llegado a un acuerdo con el banco, yo no fio y él no sirve cañas"
    Me alegra verte "activo"
    Saludos gordos.

    ResponderEliminar
  2. si es que a gil muchos presidentes posteriores lo han hecho bueno. Este es el futbol "profesional" o "especulativo" lo mismo es

    ResponderEliminar